Mucho se ha dicho acerca de la obra de Luis Benítez, muchos autores han escrito sobre su poética y el valor literario de sus textos, pero pocas veces se lo ha puesto en valor histórico, en su contexto de producción, no solo desde la perspectiva estética y literaria, sino desde una mirada epocal.
Esto es, precisamente, lo que se propone este ensayo: poner de manifiesto que la cantidad y calidad de los recursos poéticos con los que siempre contó Benítez, desde el primer momento de su carrera, le permitió sortear los obstáculos propios de un período tan particular y violento.
Tener una voz propia dentro de ese mundo artístico y literario, en el que había que arreglárselas con las pocas herramientas con las que se contaba, resignificar palabras para engañar al monstruo de la censura y narrar una historia sin caer en los peligros a los que estaban expuestos los escritores y escritoras constituía un ejercicio de pensamiento que florecía en grandes obras que, a la postre, resultaron canónicas.
Luis, al igual que otros tantos artistas, consiguió decir sin que el órgano censor lo percibiera. Eso es lo que este ensayo pretende poner en valor.
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