Reseña: CUÁNTO DURAN LAS COSAS de Soledad Muñoz

 
Por Juanse Rodríguez Maza

En esta oportunidad, voy a referirme al libro de Soledad Muñoz titulado Cuánto Duran las Cosas, editado por Babeuf: Literatura Mendocina Contemporánea.

De Soledad no conocía mucho; de hecho, es la primera obra escrita por ella que leo. Este libro tiene un diseño bastante sencillo, en tonos de sepia, con ilustraciones muy representativas de su columna vertebral, con un grabado de un reloj a cuerda que remite al paso del tiempo, y algunos querubines dándole cuerda y expectantes de su transcurrir.

Este libro cuenta con 18 poemas, con un total de 36 páginas, siendo la brevedad otro elemento distintivo de la obra. Los textos incorporados tienen una característica, comienzan y terminan hablando sobre los claveles. En cualquier caso, es una

introducción al sentir de la muerte, al duelo desde un lugar de sublimación, pero también desde lo más mundano. Es abandonarse al dolor, pero también es la imagen más hedionda de la muerte: la descomposición de la materia.

El primer poema se llama “Claveles en el Aire”. En este texto, Muñoz pone en palabras sensaciones que son muy difíciles de transmitir con el decir. Se trata de compartir las sensación que nos deja la muerte, representada con el olor de los claveles, los mismos que les dan ese aroma característico a los cementerios de nuestra provincia.

Detrás de la temática mortuoria que expresa Soledad, queda espacio para otros temas igualmente importantes. Uno de sus poemas me llamó la atención por dos motivos: porque hace referencia a un emblemático hospital psiquiátrico de nuestra provincia, el Hospital El Sauce, en El Bermejo, hablando abiertamente sobre la salud mental y las adicciones, y porque este texto pone en evidencia los tres tópicos que atraviesan su obra: el deseo, la locura y la muerte.

Los símbolos de fe no son ajenos a este poemario. “Nunca Fuimos Amigos” hace hincapié en la narrativa que esgrimen algunos hombres de fe para vendernos a un Jesús amigable, cercano, familiar, pero Muñoz a las claras rechaza esa idea, abrazando las sensaciones de abandono, de soledad y de despojo, todos subtemas de esta obra.

No puedo desconocer el tinte filosófico que este libro aporta, con muchos guiños hacia distintos momentos de la filosofía universal. En algunos poemas, eso está más claro que en otros; en algunos es explícito, en otros se requiere de una segunda lectura para detectarlo.

No tengo muchos para agregar sobre un libro tan pequeño y, a la vez, tan potente. Las palabras de Soledad son una cachetada de realidad que nos invita a desromantizar la muerte, corriéndola de su lugar de salvación y de redención a través del sacrificio y el sufrimiento. La muerte no es digna, y lo que viene después, tampoco.

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